LAS EXPOSICIONES

5 enero, 2011

 Arribamos a una de las evaluaciones más perversas que puedan existir en los medios educativos de la escuela básica, las exposiciones. Es una derivación de los trabajos de investigación, de los cuales no hemos dicho aún todo lo que deberíamos haber dicho. La razón más poderosa que se esgrime a su favor es que ayuda a los estudiantes a perder el miedo escénico. ¿Hay alguna otra ventaja? Creo que ninguna otra. Veamos de cerca qué es eso del miedo escénico. Como su nombre lo indica es miedo a salir a la escena, de presentarse en un escenario. Es decir, que dentro de esta frase se encuentran varias razones ocultas, agazapadas, que también esperan por salir del camerino y mostrarse. Primero, la frase afirma que educar o enseñar implica una escena, un montaje donde una persona le hace creer a un grupo que asisten a oírlo que él sabe algo que puede enseñar, en el fondo hay una base de creencia, esto puede o no ser así. Si el que está ejecutando el papel de maestro lo hace bien, puede ser que no sepa nada, que no haya convertido su vida en un motivo de enseñanza, pero puede convencer al grupo de que sí sabe algo. Sin embargo, esta impostura, esta mascarada, no impedirá que el grupo no aprenda de él o de ella. Los actores que hacen papel de maestro utilizan varios efectos especiales para desaparecer en pleno acto, uno de los efectos más usados es la llamada exposición, en qué consiste, en delegar su trabajo a los alumnos. Los estudiantes preparan un tema que sea vinculante con la materia o sea parte de ella, se estudian unos puntos que se han repartido a partir de la formación de equipos y luego elaboran un trabajo que es una especie de ensamblaje. Cada quien se estudia uno o dos puntos. Fijan la fecha para exponerlo al resto de los equipos y al docente. Los estudiantes pasan por la peor de las experiencias, sudan frío, se le hiela las manos, titubean, se paralizan, bailan una danza nerviosa que raya en el piso su frenético vaivén, parecen locos que ven hacia zonas perdidas diciendo una y otra vez: verdad, verdad, este, eh, eh, verdad, entonces, entonces… Pero estoy seguro que todos estos signos aluden a que los estudiantes no saben que están actuando, se creen el papel de maestros o de estudiantes de verdad,  lo encarnan, lo padecen.

Todo ello lo pudo evitar el director de la obra, el docente, precisamente acudiendo al teatro para erradicar el miedo escénico, es como más lógico, es como más adecuado. Los estudiantes perderán el miedo escénico actuando, a mi juicio no hay otra manera más efectiva de hacerlo. Quizás ganemos mucho más con la aparición de buenos actores.    

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