EL PROFE-PANZA:

No darse mala vida, es la expresión favorita del profesor- panza: aquel que se sienta en su escritorio a leer periódicos mientras sus estudiantes realizan un examen. El salón entonces se convierte en una cocina y las chuletas vuelan por los aires y los intercambios de exámenes no se hacen esperar y ruedan de mano en mano como en el juego de la papa caliente, y a desparpajo los estudiantes sacan los cuadernos y buscan allí las informaciones. El profe-panza finge no darse cuenta, de vez en cuando baja la mirada del periódico y los estudiantes lo saludan con ironía y sorna. Al rato se le ocurre una idea genial, sale del salón a hablar con otro colega o buscar algo que se le olvidó, “confío en ustedes muchachos, si consigo a alguien copiándose le quito el examen y le pongo “e” ó 01.

      Los profe-panza confunden el “no darse mala vida” con ser buena persona, a veces coinciden realmente esas dos cualidades y casi da como resultado a un santo; pero también ser buena persona es relativo a la circunstancia y a los efectos de las acciones de esa supuesta bondad. Dejar que los estudiantes no hagan ningún esfuerzo para aprender  a pensar o a obtener conocimientos, ni siquiera con  la perversa praxis de la memoria, permitir que la trampa se instale en los estudiantes como medio de salir airosos de una evaluación, no son comportamientos bondadosos, son acciones que, permítanme la reiteración, rayan en la perversión y contribuyen al deterioro de nuestro sistema educativo.

      EL PROFE-ESTRICTUS: El mago de la insolencia acapara la atención del alumnado, este ejemplar de nuestra fauna educativa, siempre llega a buena hora al salón y deja sus problemas en casa. En las evaluaciones nunca ofrece prórrogas, las explicaciones exclusivas porque él es muy bueno para repetirlas en caso de que alguien no haya entendido, tampoco le importa realizar una evaluación donde casi ningún estudiante se haya preparado bien, al profe- estrictus sólo le importa cumplir con las fechas, con los programas, con los objetivos sin importar la manera de cómo se desenvuelve eso en la realidad; es decir, confunde constantemente la planificación con la realidad. Es sabido, sin embargo, que esta confusión no tiene asidero en nuestra vida cotidiana. El futuro anterior es lo único a mano, el futuro se tropieza con lo imprevisto más de lo que en realidad quisiéramos y las planificaciones son guías necesarias pero jamás de estricto cumplimiento, siempre el azar se mezcla, siempre los  elementos que se niegan a ser datos estadísticos aparecen para informarnos que la realidad es superior a nuestra racionalidad.

Quizás el profe-estrictus nunca ha sido tocado por la muerte, por la verdadera maestra, que no se cansa de decirnos, como dice el Don Juan de Castañeda, nada importa, lo único que importa es que yo te toque, y aún no lo he hecho. A la luz de nuestra maestra, pasar o no pasar a un estudiante es un acto insignificante. Es diferente que llevado por esta convicción, el teatro del docente y el alumno permita ciertas flexibilidades evaluativas.     

EL PROFE-ECO: de toda la tipología de profesores fantásticos que merodean por las ciudadelas del sistema educativo, el profe-eco, es quizás el que utiliza el camuflaje más extraño, no se trata de alguien que usurpa una personalidad o de la utilización coyuntural de una máscara política; no, el profe al que hacemos referencia puede lograr todo eso y mucho más tan sólo con el uso del eco. En la mitología griega Eco era una ninfa que gustaba bañarse en las lagunas completamente desnuda, su sobrenatural belleza enloqueció de amor al sátiro Pan, una vez, Pan no aguantó las ganas de tocarla y dejando a un lado su acostumbrada manía de mirarla pasivamente desde sitios donde ella no lo pudiera ver, trató de seducirla, Eco se asustó de tal manera por la fealdad de aquél que salió corriendo a una velocidad sorprendente. La persecución terminó cuando la bella ninfa de interna en una cueva, Pan permaneció días enteros frente a la cueva llamándola, Eco no salió nunca, se fue desvaneciendo dentro de la cueva  y para despistar a quien quisiera entrar para buscarla, repite las palabras con el mismo tono de voz de quien está hablando. Hay salones en donde Eco está presente, pero donde más vive es en aquellos profesores que han logrado escalar posiciones políticas y académicas, han logrado graduarse en cursos de post grados a fuerza de repetir lo que los demás dicen, puede ser un libro( lo cual sería un logro mucho más fantástico), puede ser una idea, una postura. Las más de las veces, estos profesores sostienen una conversación diciendo las últimas frases de lo que le escucha a los otros, es decir, supongamos que alguien dice:” Simón Rodríguez fue un maestro con una visión muy profunda del hecho pedagógico…”, el profe-eco, presente allí, diría: “ sí, a mí me parece lo mismo, él tenía una visión muy profunda de la pedagogía.” Cuando estos seres dan clases a nivel universitario, porque en ese nivel es donde más abundan, arreglan todas las evaluaciones con las llamadas exposiciones, trabajos de investigación y defensas de los mismos. Cuando esas ocasiones se presentan, ellos sacan sus más hermosos atuendos de aire, entonan sus más delicadas frases repetitivas o escamotean sus debilidades intelectuales con la famosa arma de la democracia participativa, o sea, un alumno expone, y el profe-eco dice: muy bien fulano, vamos a ver, usted, mengano, qué opina de lo que dijo su compañero; y así arma una madeja de participaciones en donde el que menos participa es él, porque sencillamente no sabe de qué están hablando los estudiantes. De esta manera encontramos un sistema educativo plagado de seres que no hacen ningún esfuerzo por cultivarse ellos mismos para convertirse en un libro capaz de hacer pensar a los demás.